VII edición del ciclo Lecciones y Maestros (Universidad Internacional Menéndez Pelayo)
Gabinete de comunicación
Joan Manuel Gisbert, Mª Isabel
Molina y Jordi Sierra i Fabra han protagonizado la VII edición del ciclo
Lecciones y Maestros, organizado por la UIMP y la Fundación Santillana
Santander, 18 de junio de 2013.-
Joan Manuel Gisbert, Mª Isabel Molina y Jordi Sierra i Fabra, los
‘maestros’ de la literatura juvenil se han despedido hoy de Santander.
Se han marchado con buen sabor de boca. De hecho, Sierra ha destacado
que los autores que han visitado la Universidad Internacional Menéndez
Pelayo (UIMP) en las siete ediciones de Lecciones y Maestros “han sido
de pedigrí, y por fin ha habido hueco para los representantes de
literatura para niños y jóvenes. Estar aquí ya me parece un premio”.
Estos tres “creadores de historias” –como
los define Gisbert– seguirán enseñando a los más jóvenes cómo es el
mundo a través de aventuras y personajes. Eso sí, al preguntarles qué
les gustaría contar, Molina lo ha tenido claro: “Si hay que elegir, me
gustaría contar una peripecia de esperanza. Lo que representó la
Constitución de Cádiz, La Pepa, en un momento de crisis peor que la
actual”.
RESUMEN DE LAS PONENCIAS
Joan Manuel Gisbert
El ‘guardián de los olvidos’ o
‘arquitecto de lo imposible’ son algunos de los “títulos nobiliarios”
–en palabras del periodista Basilio Baltasar–, que definen a Joan Manuel
Gisbert (Barcelona, 1949). El escritor catalán fue el encargado de
‘inaugurar’ el VII ciclo Lecciones y Maestros, organizado por la
Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) y patrocinado por la
Fundación Santillana.
En su intervención, Gisbert (Barcelona,
1949) aseguró que la literatura infantil y juvenil es “un campo sometido
a una valoración menor pero hay muchos escritores que nunca sabrán la
dicha que es para un escritor que sus libros sean leídos por niños”.
Pese a esa poca consideración de algunos hacia un género que acompaña a
niños y jóvenes en su transición al mundo adulto, el escritor catalán
reivindicó su importancia gracias a su carácter de superviviente: “Los
libros que escribimos siguen circulando y reeditándose. En el mundo
literario adulto no hay obras que alcancen tal permanencia, a no ser que
entren en el Olimpo de los clásicos. Esa es una de las recompensas que
tenemos”.
Alabó a las mentes abiertas de los más
jóvenes, que no hacen ‘ascos’ a un género porque sí, y aseguró que “el
mejor coautor, colaborador para ese acto de creatividad artística
compartida que es la lectura, es sin duda alguien que no ha llegado a la
veintena, por su ductilidad”.
Además, defendió los libros frente al
ocio multimedia que impera en los últimos años. “La lectura literaria es
un acto de creación artística compartida. Ninguna obra narrativa
alcanza su completa magnitud hasta cada una de las miles de veces que un
lector o lectora franquean la puerta de entrada de un libro y siembra
en su ser todas las sugerencias que le da el texto. La lectura es
insustituible, la historia leída se desarrolla en el interior del ser,
no en una pantalla. Y es que el libro necesita al lector
desesperadamente”, aseguró el autor de Los armarios negros.
Mª Isabel Molina
A María Isabel Molina, sus hijos le
dicen: “Mamá, hablar contigo es como leer el ‘Hola’ del Renacimiento”. Y
aunque bromean, tienen su punto de razón porque las obras de esta
autora madrileña permiten al lector viajar a otras épocas con sólo pasar
las páginas de un libro.
Cultivó todos esos conocimientos a través de clásicos y todo tipo de libros, porque su voracidad lectora le llevó a leer desde La Divina Comedia hasta el Corán. “Leía tanto que el primer día que fui al cole, la maestra pidió a las niñas que contaran un cuento. Una eligió Blancanieves, otra Caperucita
y yo, que me meto en todos los charcos, les conté la conquista de
México”, aseguró durante su intervención en Lecciones y Maestros.
Del “perder el tiempo leyendo” e inventar
“aventuras” con los personajes de otros, pasó a la acción y empezó a
construir sus propios personajes y hazañas. Y todo porque “el mundo está
lleno de historias” y por “una necesidad de contar, de poner por
escrito eso que te quema por dentro”, explicó.
En cuanto a lectura de los más pequeños,
la escritora destacó la importancia de “que se diviertan” puesto que, si
no, los niños no aprenden a “usar la herramienta, y solo juntan letras,
que es una cosa distinta de leer”. Asimismo, Molina resaltó que los
profesores deberían “convertir la lectura en un premio, y no en una
tarea más”.
Jordi Sierra i Fabra
Cuando Jordi Sierra i Fabra era niño, sus
héroes (el Capitán Trueno, Rip Kirby o Flash Gordon) vivían en mundos
de papel. En su intervención en esta cita internacional de la literatura
en español, el escritor catalán echó la vista atrás y recordó tiempos
difíciles. Aquellos en los que imitaba a sus ídolos y se ponía una
armadura imaginaria para poder habitar en su mejor refugio: la
literatura.
Su inmensa imaginación le llevó a
escribir cuentos, cómics e incluso crear sus propios pasatiempos. “He
sacrificado mi vida por escribir, mejor o peor. Todo está en esos años
que nos marcan para siempre en la vida. Nada existiría sin ese niño
machacado, tartamudo y pobre”, aseguró.
El autor de Campos de fresas
repasó su trayectoria profesional, mientras un proyector mostraba
imágenes de todas las ‘pequeñas joyas’ literarias que escribió en su
niñez. Recuerdos guardados como oro en paño y que ahora custodia la
Fundació Jordi Sierra i Fabra. Institución creada para ayudar a jóvenes
escritores que, como el niño Jordi, no encuentran el camino para
desarrollar su talento.
Con 400 títulos a sus espaldas, Sierra i
Fabra –que se describe como un escritor “inquieto e incansable” –
reconoció que ni siquiera el paso de los años le ha quitado las ganas de
escribir: “La pasión creativa te come por dentro y sin pasión, no hay
nada”, sentenció.
Fotografía: Alberto Aja
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