Los diarios de Greg - Jeff Kinney
ESPECIAL INFANTIL Y JUVENIL/ ENTREVISTA
“El éxito de Greg es su falta de heroísmo”
Jeff Kinney copa el mercado juvenil con una serie de diarios de un adolescente de los que ha vendido casi noventa millones
El mercado está inundado de diarios con su “fórmula”, pero él, modesto, no se da por aludido: “Really?”.
En 2009 cuando comunicaron al dibujante estadounidense Jeff Kinney que formaba parte de la lista de los 100 personajes más influyentes del mundo
de la revista Time, los ojos se le salían de las órbitas. “¿Yo? Si ni
siquiera soy influyente en mi casa”, cuenta por Skype, desde Pleinville,
una ciudad de 8.000 habitantes en el Estado de Massachusetts, donde
vive con su mujer y sus dos hijos. Por entonces no llegaba a los diez
millones de ejemplares vendidos de sus Diarios de Greg,
la historia de un mocoso de 12 años, sin tirón entre sus compañeros de
clase. Tres años más tarde, y con siete libros de la serie en las
librerías (en España se acaba de editar el sexto ¡Atrapados en la
nieve!), las ventas se acercan a los noventa millones. Estos
desternillantes diarios arrasan incluso entre los niños reticentes a la
lectura con su combinación de texto y viñetas. En España van ya más de
700.000 ejemplares. Solo la trilogía de Suzanne Collins Los juegos del hambre, las aventuras de Geronimo Stilton y este mocoso venden más de mil libros a la semana. La brecha con el resto de títulos infantiles y juveniles es enorme.
Kinney (Maryland, 1971) está considerado como el rey del best seller infantil.
“Lo mejor que puedo hacer para seguir escribiendo es llevar una vida
normal y pegar el oído sobre lo que sucede a mi alrededor. Así compongo
la vida de los protagonistas de mis libros. No trato de responder a
grandes interrogantes”, alega, vestido con uno de sus eternos polos y
sus gafas enormes que le dan un aire despistado. “Estoy muy contento de
que muchos chicos lean con esta fórmula. Supongo que su éxito reside en
el humor”. Su exitosa fórmula ha creado un subgénero a su alrededor. El
mercado está inundado de diarios con su “fórmula”, pero él, modesto, no
se da por aludido: “Really?”.
Kinney quiso ser viñetista en un periódico, pero sus dibujos, le
respondieron, no eran suficientemente profesionales. En 1998 comenzó a
dibujar a Greg en un cuaderno y en 2004 decidió volcar las tiras en www.funbrain.com,
que ha recibido ya más de ochenta millones de visitas. La web sigue
activa, lo que no afecta a sus ventas. Hasta que en 2006 un concierto de
Billy Joel obró el milagro. “Fui al salón del cómic de Nueva York Comic-Con
y a nadie le interesaron mis viñetas. Se suponía que tenía que
volverme, pero conseguí la última entrada para ver a Billy Joel y me
quedé esa noche. Al día siguiente conocí a mi editor en el salón”. Se
refiere a Charlie Kochman, del sello Abrams, quien desde el principio lo vio claro. Era justo lo que él hubiese querido leer de niño.
El pasado octubre, J. K. Rowling,
la madre de Harry Potter (450 millones de libros vendidos en 15 años)
afirmaba en una entrevista: “Cualquiera que diga que el éxito no nos
cambia estará mintiendo”. Y a Kinney, obviamente, el triunfo le ha
mejorado notablemente el día a día —“me he mudado de casa y vengo de una
gira de promoción por Estados Unidos ”—, pero lo cuenta restando
importancia. “Rowling ha tenido más éxito que yo, además es británica y
allí están muy interesados en los celebrities. Por suerte me dejan
tranquilo. Hago la colada, saco a mi perro y soy monitor de los scouts”.
“Siempre tengo a mano el móvil y si hay algo que me llama la atención , una frase, una situación, una broma…, lo apunto
Una rutina tan tópica que parece artificial. Pero basta un vistazo a
su salón para convencerse: la moqueta beis, el sillón de cuero tamaño king size,
la pared salmón… El hogar estereotipo de las series americanas.
“Entreno el equipo de baloncesto de mis hijos —Will de 10 y Grant de 8—.
Aunque no tengo ni idea, no lo practico, solo lo veo por la tele, pero
es lo que quiero hacer”, se ríe. Actividades que mantienen a Kinney con
los pies en el suelo y que sirven de abono para el argumento de sus
libros. “Siempre tengo a mano el móvil y si hay algo que me llama la
atención —una frase, una situación, una broma…—, lo apunto para no
olvidarme”. A cada libro le dedica unos nueve meses. Escribe o dibuja
todas las noches y los fines de semana. Porque todas las mañanas el
despertador sigue sonando para Kinney a la misma hora. No ha abandonado
su puesto como director creativo de Poptropica, una web de juegos educativos con 10 millones de usuarios.
Greg, su personaje, se comporta como un gamberro. En el índice de
popularidad escolar ocupa el puesto 52 de entre 53, lo que no le resta
ganas de comerse el mundo. Miedica, vago, egoísta, descarado,
escrupuloso y orgulloso, acaba ganando al lector. “Su éxito radica en
que no se comporta como un héroe. A veces, cuando estás viendo una
película, deseas que el criminal huya. Sucede algo parecido con Greg. La
gente puede reconocer sus fallos en él”. El dibujante recuerda la
adolescencia como “una etapa traumática” en la que en el instituto se
sentía “como en una prisión”. En el séptimo libro, The Third Wheel,
“el amor está en el aire” y Greg, siempre repudiado por las féminas, se
esfuerza por tener una pareja de baile en la fiesta de San Valentín.
Greg apenas cuenta con dos amigos —tan pringados como él— a los que
desprecia, y mantiene una tensa relación con sus padres —¿cómo acatar
las órdenes de alguien que te pide ayuda para encender el microondas?—,
por no hablar de sus disputas con sus hermanos: el macarra Rodrick,
batería del grupo heavy Cerebros Retorcidos, y el mimado Manny, capaces
de vender las más preciadas pertenencias de Greg aprovechando su paso
por el hospital. Resulta evidente que su madre, una buenrollista
trasnochada a ojos de Greg, y su padre, un cero a la izquierda, han
fracasado en su educación aunque Kinney les disculpa: “Para mí se trata
de una familia americana normal. La madre, muy voluntariosa, quiere que
todos hagan las cosas en común, pero nadie la escucha. Y el padre no
está preparado para una gran familia”.
El escritor es el tercero de cuatro hermanos, como su descerebrado
protagonista. Un hecho que marca. Pero ¿cuánto hay de Kinney en Greg?
“Es una versión exagerada de mí mismo. ¡No me reconozco, pero tiene algo
de mí!”. Kinney, que se licenció en Informática, lleva al extremo
anécdotas de la sociedad en la que vive. Imagina a los compañeros de
Greg sorbiendo con los calcetines la bebida derramada para divertirse,
al no poder jugar en el patio porque el colegio no tiene dinero para
pagar el seguro, una circunstancia que se repite mucho en EE UU.
O Greg gasta lo que tiene (y lo del prójimo) en los caprichos de su
mascota virtual en la Red, que lloriquea si no le compra un calzado para
saltar en la cama elástica.
Kinney dibuja en blanco y negro: “Me gusta utilizar la mínima
información para crear y tener el mayor impacto. Solo con esos elementos
puedes ser muy expresivo”. Califica sus historias de “nostálgicas”.
“Las escribí para los adultos, para aquellos que olvidan lo que
significa ser un niño”.
Como en otros casos la tentación del cine no tardó en llegar, pero las tres primeras películas
de los diarios no han despertado el furor de los libros en España.
Kinney, que actuó de guionista y productor ejecutivo, pretende ahora
pasarse a la animación. “Los actores han crecido y Greg no. Versionaré
la sexta entrega en una película muy navideña”. El viñetista controla su
web y pone muchas limitaciones al merchandising. De hecho, no
descuida ningún detalle. “He visto muchos casos en los que lo que se
fabrica se aleja mucho del personaje original”.
“Ahora estoy pensando en al menos diez libros. Mientras siga
encantando al público seguiré”, pronostica. Acaba de promocionar sus
libros en Reino Unido, visitará Italia en 2013 y promete venir a Madrid y
Barcelona en 2014, el mayor anhelo de Molino, su editorial española,
desde que en 2010 se despertó la fiebre de Greg.
Diario de Greg 6. ¡Atrapados en la nieve! Jeff Kinney. Traducción de Esteban Morán. Molino. Barcelona, 2012. 218 páginas. 15 euros
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