Una habitación en Babel de Eliacer Cansino
Los libros según un maravilloso diálogo entre Ángel y Gil, dos personajes de la obra Una habitación en Babel de Eliacer Cansino (Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2010), cuya lectura recomiendo encarecidamente.
" - Mentiría si no dijera que estoy asombrado por sus libros.
-Bueno, son una compañía inmóvil y silenciosa. Cuando era más joven creía que volvería a leer muchos de esos libros, que me esperaría en su sitio para cuando volviese a dialogar con ellos. Hoy sé que no es así. A veces los miro y les digo sin tocarlos: no volveré abrir tus páginas, el diálogo conmigo ha terminado, busca a otro lector. Ellos según su talante se resignan o se enfadan. Algunos se enfadan, lo noto. Noto la insistencia con que me reclaman. Hay libros que me vuelven a la memoria, me acuerdo de ellos, pienso que si volviera a nacer tendría que empezar por ellos. Esa recurrencia es su manera de llamarme, de no conformarse. Pero no les hago caso. No voy a volver a abrirlos. En cambio alguno de los que se resignan, me tientan y los abro fugazmente y leo alguno de sus párrafos. Hoy, lamento decirlo, forman el paisaje desolado de mi casa. Son solo naturaleza muerta, material inerte.
- Su manera de decirlo indica todo lo contrario. Nadie hablaría así de unos libros, como seres vivos que esperan -dijo Ángel, sorprendido con la observación de su vecino, pero convencido de que aquello no era solo retórica, que había una verdad sin velos en sus palabras-. De todas formas -continuó para no dar pábulo al pesimismo-, nunca sabe el libro quién será su lector, yo he leído libros que nunca me esperaban.
- Curiosa forma de decirlo -calificó Gil mientras servía la bebida-. ¿Son ellos los que nos esperan o al revés?, ¿se sorprende el libro o nosotros?"
-Bueno, son una compañía inmóvil y silenciosa. Cuando era más joven creía que volvería a leer muchos de esos libros, que me esperaría en su sitio para cuando volviese a dialogar con ellos. Hoy sé que no es así. A veces los miro y les digo sin tocarlos: no volveré abrir tus páginas, el diálogo conmigo ha terminado, busca a otro lector. Ellos según su talante se resignan o se enfadan. Algunos se enfadan, lo noto. Noto la insistencia con que me reclaman. Hay libros que me vuelven a la memoria, me acuerdo de ellos, pienso que si volviera a nacer tendría que empezar por ellos. Esa recurrencia es su manera de llamarme, de no conformarse. Pero no les hago caso. No voy a volver a abrirlos. En cambio alguno de los que se resignan, me tientan y los abro fugazmente y leo alguno de sus párrafos. Hoy, lamento decirlo, forman el paisaje desolado de mi casa. Son solo naturaleza muerta, material inerte.
- Su manera de decirlo indica todo lo contrario. Nadie hablaría así de unos libros, como seres vivos que esperan -dijo Ángel, sorprendido con la observación de su vecino, pero convencido de que aquello no era solo retórica, que había una verdad sin velos en sus palabras-. De todas formas -continuó para no dar pábulo al pesimismo-, nunca sabe el libro quién será su lector, yo he leído libros que nunca me esperaban.
- Curiosa forma de decirlo -calificó Gil mientras servía la bebida-. ¿Son ellos los que nos esperan o al revés?, ¿se sorprende el libro o nosotros?"
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